sábado, 23 de junio de 2007

¿Brecha generacional?

Demasiado tiempo hace que no escribo aquí... en fin. Hoy día revisaba mi cuenta en Hi5 y me encontré con que dos amigas mías, ambas de 20 años, habían aceptado mi solicitud de amigos. Revisando con más detenimiento el perfil de una de ellas, me di cuenta que su forma de escribir es bastante anárquica ("chika" por "chica", "dulc" por "dulce", "100pre" por "siempre", "buskr" por "buscar", y así...). Y aunque nunca me había puesto a pensar en eso, me doy cuenta que las personas (chicos y chicas) de 20 para abajo, suelen escribir de esa manera. No todas, hay varias excepciones, pero creo que se puede hacer una cierta generalización.

No puedo dejar de preguntarme a qué se debe eso. La anarquía en la ortografía no es cosa nueva (y si no que le pregunten a Manuel Gonzáles Prada) pero los chicos de ahora parecen hacer de ella una carta de presentación, sobre todo en la web. Y cuando digo "los chicos de ahora" (diez o más años menores que yo y mi "generación") me pregunto en qué momento exacto de mi vida dejé yo de ser "chico". Parece como si al envejecer automáticamente se abriera una brecha entre los que pertenecen a la generación siguiente y nosotros. Una amiga me comentaba no hace mucho que a ella se le hacía cada vez más difícil entablar un diálogo o "conectarse" con chicas de catorce o quince años. ¿La edad de mi amiga? Veintisiete. En lo personal no me resulta muy difícil entablar un diálogo con chicos de catorce o quince años (o tal vez sería mejor decir que me resulta igual de difícil que entablar un diálogo con cualquier persona) pero cuando ya eres alguien "mayor" (y para un chico o chica de catorce o quince, alguien de treinta es muuuuuuy viejo) se levanta de modo casi imperceptible una barrera entre ellos y tú.

Sin embargo, parte de mí no deja de rebelarse ante la idea de esa "brecha generacional". Y es que para entender a los adolescentes, e incluso a los niños, no se necesita ser psicólogo. Basta recordar. Todos hemos pasado por la niñez y la adolescencia, y aunque los tiempos sean distintos, las etapas de la vida son muchas veces más comunes de lo que creemos. Para entender por qué un niño reacciona de tal o cual manera, basta ponernos en su situación y preguntarnos cómo hubieramos reaccionado nosotros cuando eramos niños ante una situación similar. Esto que parece tan evidente cuando está escrito se nos hace muchas veces cuasi imposible. Tratamos de entender a los niños y a los adolescentes desde nuestra perspectiva adulta, lo cual casi siempre llevará a un juicio desde una óptica errada. Tal vez nos guste pensar que cuando nosotros éramos niños o adolescentes no actuábamos así, pero estoy convencido de que muchas veces ese pensamiento es un engaño. Si mirásemos a un adolescente común y corriente de ahora y nos preguntásemos ¿así éramos nosotros? lo más probable es que la respuesta sea "pues sí, así éramos". No necesariamente en las formas externas, pero sí en las ideas, en los sentimientos, en las actitudes vitales, en las cosas de fondo.

No estoy diciendo con esto que todas las actitudes de los niños o los adolescentes estén bien y no deban ser corregidas. Estoy diciendo que para entender y dialogar con otra persona lo más efectivo y positivo es tratar de ponernos en sus zapatos. La vaca no se acuerda cuando fue ternera, dice el dicho. Posiblemente si recordásemos nuestras épocas de "terneras", seríamos mejores "vacas".